«¿Qué me ocurrió?», murmuró mientras tanteaba el suelo con la palma de la mano. Apenas intentó mover las piernas, un dolor agudo y punzante desgarró el silencio, arrancándole un quejido ahogado de los labios. Abelardo yacía boca arriba, inmóvil, intentando reunir las piezas dispersas de un rompecabezas. Estaba en el comedor de su casa… o eso creía. Una imagen comenzó …