El 26 de abril de 1815 asumía el primer Gobernador de Santa Fe: Francisco Antonio Candioti.
Los hermanos J.P. y G.P. Robertson fueron dos comerciantes, y probablemente espías ingleses, que recorrieron Sudamérica en las primeras décadas del siglo diecinueve. Esa experiencia la plasmaron en varias obras, pero a los federalistas del litoral, nos interesa en particular sus Letters on Paraguay, publicadas en 1838. Este libro, que es un ameno recorrido por nuestro continente, tiene un retrato biográfico de un personaje central para entender la historia de Santa Fe. Se trata de la figura de nuestro primer gobernador y eminente artiguista, Francisco Antonio Candioti, nacido el 23 de agosto de 1743, al que los hermanos Robertson le pusieron el inmarcesible mote del Príncipe de los Gauchos.
Dicen en su Carta XVIII, refiriéndose a nuestro prócer: “Era el verdadero príncipe de los gauchos, señor de trescientas leguas cuadradas de tierra, propietario de doscientas cincuenta mil cabezas de ganado, dueño de trescientos mil caballos y mulas y más de quinientos mil pesos atesorados en sus cofres en onzas de oro, importadas del Perú”. Y siguen describiéndolo: “El príncipe de los gauchos era príncipe en nada más que aquella noble sencillez que caracterizaba todo su porte. Estaba muy alto en su esfera de acción para tener competencia, demasiado independiente para someter su cortesía por el solo beneficio personal; y era demasiado ingenuo para abrigar en su pecho el pensamiento de ser hipócrita”.
Recomendamos de todo corazón las páginas dedicadas por los viajeros ingleses a la figura de Candioti. El impacto que produjo sobre sus interlocutores por su imponente personalidad nos da la pauta de su importancia histórica. Muchos historiadores españoles afirman que a España le faltó una burguesía que unificara el mercado ibérico durante el siglo XVIII. Las relaciones mercantiles del Príncipe de los Gauchos articularon una vasta región que ocupaban el actual territorio de Perú, Chile, Paraguay y las Provincias Unidas. Es indudable que por su expandido poder económico podría haber encarnado, de no morir al poco tiempo de asumir la gobernación, un importante papel unificador para esta parte de Sudamérica.
Recientemente, la historiadora Adriana Milano publicó un documentado libro, Francisco Antonio Candioti– Un liderazgo entre el virreinato y la revolución, donde señala: “Si bien la vida política de Candioti se inició tardíamente en comparación con otros vecinos, el prestigio cosechado en el campo privado como vecino comerciante-hacendado lo convocó en distintos momentos para cargos claves como la alcaidía, diputación ante el Real Tribunal del Consulado de Comercio y la gobernación. A propósito del Consulado de Comercio de Buenos Aires hemos visto qué a diferencia de lo planteado para las élites bonaerenses y de otros espacios americanos, su participación como diputado no le reportó ninguna significación a nivel personal en relación con sus negocios”. Remarcamos de este párrafo, que este hombre inmensamente rico, no utilizó su poder para su beneficio propio, sino que fue un consecuente servidor público, que puso el interés de la causa federal por encima de su bienestar personal.
Y continúa afirmando: “Su biografía nos permitió acercarnos a la construcción de su figura pública: miembro de la dirigencia concejil, sargento mayor de milicias durante la revolución, asesor del Cabildo en temas cruciales como la defensa de las fronteras frente a la amenaza indígena, instancias y momentos en los que era elegido sin discusión por sus pares y le permitieron capitalizar distintos estadios en la construcción de su liderazgo. Tal construcción muestra una profunda imbricación entre poder político y económico al igual que ha demostrado la historiografía argentina reciente para otros espacios”. Debemos considerar, sin embargo, que antes de que la “academia” llegara a la conclusión del último párrafo, Juan Bautista Alberdi lo había explicado con meridiana claridad. Nada nuevo bajo el sol.
El libro de Adriana Milano, excelente desde lo heurístico, adolece de conclusiones políticas claras. Esta no es una crítica acerba al excelente texto, pero no dimensionar en su totalidad la significancia de Francisco Antonio Candioti como hombre del Litoral federalista y artiguista consecuente, es no comprender el valor político de su derrotero. La figura de José Gervasio Artigas, sigue sin ser suficientemente comprendida en su verdadera dimensión y nuestro gran gobernante no es valorado en su perspectiva americana.
Mientras se siga considerando que el Directorio era el poder central y revolucionario, poniendo en un lugar subalterno dentro de la independencia sudamericana a la Liga de los Pueblos Libres, no lograremos llegar a la verdad histórica. El proyecto artiguista tenía mucho más peso político que el Congreso de Tucumán, más allá de que Bartolomé Mitre y sus seguidores contemporáneos lo quieran negar.
Un aspecto poco recordado del breve, pero sustantivo, gobierno de Francisco Antonio Candioti, es que durante su mandato, Santa Fe declaró, junto a las otras provincias de la Liga de los Pueblos Libres, la independencia de España y de toda potencia extranjera, un año antes que el Congreso de Tucumán. Enfermo, delegó el mando en Pedro Tomás de Larrechea, falleciendo el 27 de agosto de 1815.
Por Gustavo Battistoni
(Historiador y escritor firmatense)