En estos momentos en que el conocimiento científico es puesto en duda desde el ignaro poder que nos gobierna, el recuerdo de Guillermo Flichman, nacido en 1940 en la ciudad de Mendoza y fallecido en Montpellier, Francia, en 2020, es un deber imperioso. Economista de profesión y reconocido en todo el mundo como uno de los grandes especialistas en la cuestión agraria, la dictadura cívico- militar de 1976, lo hizo exiliar para radicarse definitivamente en Francia hasta convertirse en uno de los expertos más importantes en la aplicación de los métodos cuantitativos al estudio del medio ambiente y los recursos naturales.

Guillermo Flichman publicó, en el aciago año de 1977, un libro que se ha convertido en un clásico de los estudios sobre la economía agraria argentina: La renta del suelo y el desarrollo agrario argentino. Aunque el trabajo dio lugar a acerbas discusiones, el contexto represivo imperante no permitió que esta obra sea analizada con la profundidad que merecía en aquel caliginoso momento de nuestra historia. Dice el autor:”La particularidad del desarrollo de la Argentina, el papel primordial de la renta del suelo en el origen de la acumulación interna, ha signado las características de nuestro desarrollo capitalista. En la Argentina, los terratenientes son hijos del capitalismo como sistema mundial, y pese a sus contradicciones con el capital industrial, cada vez es más difícil pensar que este puede cumplir la misión histórica de su destrucción como clase. Cada día parece más probable que la liquidación de la renta agraria podrá sobrevenir recién cuando sean liquidadas las relaciones capitalistas de producción”.

Afirmaba correctamente: “La tierra es un medio de producción no producido y relativamente no reproducible. Este hecho es el que determina cierta especificidad en el desarrollo de las actividades económicas para las cuales este medio de producción es esencial”, y sostenía que la renta de la tierra “…es una parte de la plusvalía social, de la que se apropian los terratenientes por la existencia de la propiedad privada de la tierra, medio de producción no producido, limitado y relativamente no producible”. Y remataba: “La verdadera renta capitalista es aquella parte del canon de arrendamiento que corresponde al pago por el derecho de usar en forma productiva un medio de producción no producido”.

El problema de la teoría de la renta será pues el problema de explicar la apropiación por parte del propietario de tierras, del terrateniente, de un ingreso que excede la ganancia normal. Esa ganancia extraordinaria que se denomina renta de la tierra es apropiada por el terrateniente, sea que éste exista como un personaje distinto del capitalista (arrendatario capitalista), sea en un personaje que reúna ambas particularidades.

La especificidad de la economía agraria argentina es contar con una renta diferencial, verdadero activo económico excepcional, que nuestro autor define certeramente: “La Renta Diferencial es la suma de las diferencias entre la producción obtenida en todas las calidades de tierra (excepto en la peor), valuada al precio de producción correspondiente a la tierra peor, menos esa misma producción, valuada al precio de producción correspondiente a cada una de las respectivas calidades de tierra”.

Siguiendo a su maestro Carlos Marx, analiza los dos tipos de renta diferencial. La Renta Diferencial I, que es:” la ganancia extraordinaria que surge por causa de la diferencia de fertilidad entre distintas tierras explotadas simultáneamente en forma capitalista, estando el valor comercial de los productos agrícolas fijado por el precio de producción de la tierra peor”. El segundo tipo que Marx denomina Renta diferencial II, es “… la proveniente del atraso del desarrollo del capitalismo en la agricultura, que permite que el precio de producción individual para algunos arrendatarios capitalistas sea inferior al correspondiente a la peor tierra, no por ser más fértiles los terrenos en que invierten su capital, sino por disponer de más recursos y más tecnología”.

Retoma en La renta del suelo y el desarrollo agrario argentino, un notable trabajo de Ernesto Laclau que plantea: “el monopolio de la tierra y la elevadísima renta diferencial procedente de la extrema fertilidad de la llanura pampeana se unieron para consolidar la estructura a la vez capitalista y dependiente de la economía argentina”, y acota: “Laclau destaca el papel central que le cupo a la renta en el desarrollo económico argentino, plantea incluso que ‘la renta diferencial (a escala internacional. G.F.)- surgida de menores costos, que benefician a su poseedor con una elevada superganancia- es plusvalía producida por el trabajador extranjero e ingresado al país en ra- zón de la amplitud de la demanda de materias primas en el mercado mundial´”. Este agudo análisis es tributario de las reflexiones sobre el tema que había hecho uno de los grandes teóricos políticos de nuestro país, Jorge Enea Spilimbergo, en 1964.

Las reflexiones de Guillermo Flichman deberían ser materia de discusión en todos los centros de estudios de la Argentina. Su exilio forzado y el vaciamiento intelectual que provocó la dictadura cívico-militar, cuyas consecuencias nefastas podemos ver hoy con claridad, nos obligan a recordar a este intelectual que develó con el escalpelo de las ideas las razones del atraso argentino, denunciado el papel nefasto del paraíso rentista argentino.

Por Gustavo Battistoni
(Historiador y escritor firmatense)

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