El 24 de agosto de 2008 no fue un día más para el deporte nacional. Mucho menos para Firmat. Esa fecha quedó grabada en la memoria colectiva como el día en que uno de sus hijos, Antonio Porta, puso a la ciudad en el podio olímpico por primera vez.

En los Juegos Olímpicos de Beijing, la Selección Argentina de básquet, la legendaria Generación Dorada, se enfrentó a Lituania. Con un marcador final de 87-75, Argentina se llevó el bronce y Antonio Porta, con solo 25 años, hizo historia. Su medalla fue la segunda para la Selección y la primera para un deportista nacido en Firmat.

El regreso de Antonio a casa fue tan emocionante como su victoria. Las sirenas de los bomberos anunciaron su llegada, y subido a la autobomba, recorrió las calles de su ciudad natal, donde vecinos y vecinas lo esperaban. La caravana culminó en el Club Argentino, donde Porta recibió el abrazo de sus seres más queridos, en un día inolvidable.

“Esta es una emoción muy especial, que la gente de mi ciudad me espere de esta manera. Fue emocionante y se me pone la piel de gallina. No tengo más que agradecimientos a todos”, expresó Antonio, el día del arribo a Firmat, según el archivo histórico de El Correo.

En honor a su logro, Antonio Porta fue declarado Ciudadano Ilustre de Firmat, un reconocimiento que hasta ese entonces solo lo tenían el pintor Norberto Luppi y el músico Alberto Ruiz.

La medalla de Antonio no fue solo un metal, sino el símbolo de que los sueños, sin importar de dónde vengas, pueden cumplirse.

Por Manuel Carreras

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