Alicia no vive en el país de las maravillas, pero quienes la han visto trabajar saben que existe algo de magia entre sus manos. Todo cambia en los espacios que interviene.
Desde hace años, Alicia Sandro se dedica a ambientar eventos de toda índole. A su paso, hermosea lo que toca: un galpón se convierte en un pomposo salón de fiestas, un patio en un parque infantil y una habitación en un set de fotos o en un petit salón.
Meses atrás, recibió una propuesta que la sorprendió. Le pidieron que transforme el interior de una vivienda. El pedido tenía sus razones. Todas eran del corazón.
Sara Pascual había partido de este mundo y sus hijos no podían habitar la casa de su madre porque la emoción los paralizaba. Les era imposible permanecer allí.
“Cuando llegué a la casa, a modo simbólico, le pedí permiso a Sara para que me deje hacer mi trabajo, le pedí ayuda para transformar muchos años de vida en su hogar”, contó Alicia a El Correo.
Hasta antes de pisar la vivienda de la familia Gabba Pascual, Alicia no conocía a Sara. Navegando entre los objetos de la familia fue que la conoció.
Entre los muchos tesoros hogareños aparecieron decenas de cuadros pintados por la dueña de casa a lo largo de toda su vida. Eran muchos y muy bellos.
En un impulso interior, tal vez en un mensaje encubierto de Sara, les propuso a Pablo y Laura, los hijos de la mujer, hacer una muestra, exponer los cuadros. La respuesta demoró. No por dudas sino por superar la emoción de una idea tan inesperada. Dijeron que sí.
La muestra se concretó. Fue en el hall de la Municipalidad de Firmat. Participaron familiares, amigos, compañeros de pintura, maestros de arte.
Alicia no pudo hablar. Era toda emoción. No obstante, escribió unas palabras que fueron compartidas durante la ceremonia.
Brevemente expresó: “Ojalá todos tengamos algo lindo para dejar cuando nos vayamos de este mundo: cuadros, arte, recuerdos. Ojalá podamos sembrar en nuestros hijos el amor que Sara dejó en Pablo y Laura. Ojalá mi hijo me recuerde a mí con la felicidad que ellos recuerdan a su mamá”.
Por Mariano Carreras