Eduardo Quintana tiene 22 años y es el mayor de cuatro hermanos. Vive en el paraje Techat 1, ubicado a 18 kilómetros de Miraflores, en el corazón del impenetrable chaqueño.
Meses atrás, cuando el grupo Sonrisas de Cielo llegó a su tierra para apadrinar la Escuela primaria del lugar, él les contó que uno de sus anhelos era aprender a cortar el pelo. Ana, una de las integrantes del equipo solidario, le enseñó.
Sus ganas de seguir sumando conocimientos entusiasmaron a los integrantes de la agrupación que coordina Griselda Martinotti y lo invitaron a pasar unos días en Firmat y Chovet donde siguió perfeccionándose en peluquería y en otros oficios.
La vida de Eduardo no fue sencilla. Comenzó a hablar en castellano (su lengua original es Wichí) en la escuela primaria, luego de muchas adversidades cursó la secundaria a 12 kilómetros de su casa. Asistía a clases caminando, en bicicleta o en moto.
“Hubo días en que llegaba a mí casa a las 10 de la noche, mojado y embarrado. Mi mamá me esperaba muy preocupada”, recordó el vecino de Techat 1, quien es el primer integrante de su comunidad en concluir los estudios secundarios.
Hoy su madre ya no está físicamente y él ayuda a su padre en la crianza de sus hermanas por eso estuvo pocos días de visita en nuestra zona. No obstante, agradeció el cariño que le brindaron Ana (Chovet) y Silvia (Firmat), quienes lo recibieron en sus hogares e incluso lo llevaron a Rosario a conocer el Monumento a la Bandera.
“Aprendí que con paciencia y trabajo todo se puede y ese es el mensaje que me interesa transmitirle a mí comunidad”, reflexionó Eduardo en diálogo con El Correo, quien hasta antes de venir a nuestra región nunca había salido del impenetrable chaqueño.
Por Mariano Carreras
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