Las lluvias ocurridas en la región durante los últimos días, sin duda trajeron alivio al sector productivo. Después de atravesar tres años (Niñas) consecutivos en los cuales el registro de precipitaciones fue escaso a seco, provocando una disminución en el nivel de las napas, que por el momento, y hasta que la situación de éstas no vuelva a un escenario normal, la producción agrícola va a depender, exclusivamente, de las precipitaciones que caigan durante el ciclo de los cultivos. Por este motivo, las lluvias caídas los primeros días de septiembre, y las de la primera semana de noviembre, posicionan al sector de cara a una campaña, (que aún sigue marcada por distintas incertidumbres, climáticas, económicas, financieras y políticas) al menos más optimista que las anteriores.

Evidentemente, como dicen los expertos, ya se observa un cambio de tendencia en cuanto al régimen de lluvias con respecto a los años anteriores, pero sin duda alguna, el éxito productivo va a estar directamente relacionado con lo que ocurra con las mismas.

Analizando el estado de los cultivos implantados, y la situación de los lotes por sembrarse, se observa una gran heterogeneidad en la región. Esto se debe básicamente al fenómeno climático poco habitual sucedido el 12 de octubre, con una helada que afectó de diferentes maneras a los lotes de trigo, y también a los episodios de vientos muy fuertes, caídas ocasionales de granizo y alternancia muy acentuada de temperaturas, generando una marcada amplitud térmica, que inciden directamente en mayor o menor grado en el estado general de los mismos.

Con respecto al trigo, la campaña y el estado de los lotes se habían comenzado a recuperar después de las lluvias de septiembre. Estas permitieron que el desarrollo y crecimiento del cultivo sea normal, recuperando su estado y salir de ese estrés hídrico que venía atravesando. Esta situación comenzó a revertirse durante la primera década de octubre, ya que como se comentaba con anterioridad, al no tener napa y el perfil del suelo estar prácticamente vacío de humedad, comenzaron nuevamente a transitar situaciones de estrés, situación que se agravó con la ocurrencia de la helada, que según la zona o región provocó daños en mayor o menor cantidad. Así se pasó de tener lotes buenos a muy buenos, con rendimientos potenciales por encima de los 3500/4000 kilos, a situaciones donde los daños ocasionados por dicho evento climático varían entre un 30 a un 70 % de la potencial producción.

Debido a este escenario, cada zona y/o cada lote, es una situación diferente siendo muy difícil estimar o proyectar un rendimiento promedio regional, pero sin lugar a duda, la merma de rendimiento ya está definida. Más allá de esta situación, aquellos cuadros productivos donde el evento no tuvo mayor significancia siguen manteniendo intacto el potencial productivo mencionado anteriormente. En cuanto a los cultivos de gruesa, maíz implantado en un 95 % en la región, con un activo crecimiento, buen estado general, con algún daño mecánico observado en las plantas por viento y granizo registrado en algunas áreas, pero nada que el cultivo con buenas condiciones climáticas no pueda recuperar.

En lo referente a soja de primera, algunos lotes sembrados previo a esta última lluvia, se encuentran con demoras en la emergencia dado el “planchado” del suelo ocasionado y las bajas temperaturas registradas. Se espera que con las mejoras de las condiciones meteorológicas se produzca un fuerte avance de la siembra de la oleaginosa de primera, tan importante para nuestra economía.

Finalmente, una aclaración con respecto al tema malezas. La reactivación de las lluvias y la recuperación de humedad en el perfil no sólo genera la mejora del estado de los cultivos, sino que también activa el nacimiento del banco de semillas de malezas presente en los primeros centímetros del suelo. Es por este motivo que recomendamos el monitoreo de estos, observar si hay malezas nacidas o en proceso de emergencia, no descuidar los lotes de maíz por posibles “escapes” y, fundamentalmente, no to-mar la decisión de sembrar soja si no se realizó el control de las mismas. Es de suma importancia tener presente esta mínima consideración, ya que, una vez implantado el cultivo, las posibilidades de realizar controles efectivos de malezas resistentes disminuyen significativamente.

El panorama climático de a poco comenzó a cambiar. Las tormentas que antes “pasaban” sin registros de precipitaciones, hoy están dejando sus milímetros tan importantes para nuestra producción. Saber aprovecharlos, realizando las labores en los momentos oportunos, dependerá de cada uno de los productores. De todo lo mencionado, y mucho más, dependerá el éxito productivo de la campaña.

Por Ing. Agr. Ricardo Miranda
Mat 82-2-0514

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