Franco Noguera junto a tres bailarines de Venado Tuerto, representarán a la provincia de Santa Fe en el Campeonato Nacional de Malambo que se realiza en Laborde (Córdoba).
Para los bailarines argentinos, pero aún más para los malambistas, llegar al escenario de Laborde es un sueño. Es un gran desafío que se plantean y por el cual se preparan con mucho esfuerzo y dedicación durante meses y/o años para competir con representantes de todas las provincias argentinas y lograr el título mayor que es ser Campeón Nacional. Un título de igual importancia que una Copa del Mundo o una medalla olímpica y que para lograrlo se necesita una preparación técnica y atlética similar.
La localidad de Laborde tiene un poco más de 6.500 habitantes pero una magia folklórica que no se ve en otros lugares. A diferencia de otros certámenes nacionales, el Campeonato de Laborde tiene como característica principal que el elegido como Campeón Nacional no puede volver a presentarse como solista en otros certámenes (un acuerdo que rige desde que comenzó el festival) y a partir de ahí empieza una carrera intensa de prestigio, consagración y respeto.
En 2017, el bailarín firmatense Franco Noguera se presentó por primera vez en el Pre Laborde, selectivo que se hace en Santa Fe donde entre los participantes se eligen a quienes llegan al Nacional.
Allí, Franco, junto a tres compañeros se coronó campeón provincial en el rubro Cuarteto de Malambo. Lo mismo ocurrió en 2018, 2019 y 2020 y representó a la Provincia en ese importante escenario.
En 2025 llegará nuevamente al Campeonato Nacional de Malambo. Por estos días, el firmatense se encuentra ensayando diariamente junto a los venadenses Daniel Correa, Jesús Lisazo y Adrián Correa, quienes irán a representar a Santa Fe a la ciudad cordobesa. Son los únicos representantes del sur profundo de la provincia que llegarán a Laborde.
Su participación será en la medianoche del miércoles 15 de enero y luego de que zapateen los representantes de toda la Argentina, el sábado 18 por la mañana se conocerá quienes serán los finalistas.
En la previa del Nacional están expectantes, entusiasmados y con muchas ganas que superan ampliamente al cansancio físico, el esfuerzo y los gastos para poder concretar su sueño.
A pesar de ser los representantes de Santa Fe no cuentan con ningun apoyo económico. Sacan dinero de sus bolsillos o hacen ventas para recaudar fondos y pagar viajes, estadía y comida de ellos y los músicos que los acompañan para que su presentación de solo 5 minutos sea de primer nivel.
Campeonato Nacional de Laborde
Impulsado por una asociacion de amigos, el Festival Nacional de Malambo se realizó por primera vez en 1966 en un club local.
En 1973 los organizadores compraron la manzana donde se celebra el certamen donde en cada enero llegan miles de personas de toda Argentina y países limítrofes. Además de malambo que es lo predominante, en el Festival compiten en canto, música, danza, entre otros rubros.
Para contar con precisión lo que ocurre cada año en Laborde, en 2011, la periodista Leila Guerriero viajó a esa localidad para conocer un poco más sobre el Festival, pero en su segunda noche de competencia quedó paralizada por el participante pampeano Rodolfo González Alcántara, Campeón Nacional en 2012 y decidió además explayarse sobre él en su libro “Una historia sencilla” (Editorial Anagrama- 2013).
“Cinco minutos son poca cosa. Una ínfima parte de un viaje en avión de doce horas, un soplo en una maratón de tres días. Pero todo cambia si se establecen las comparaciones correctas. Un malambista alcanza una velocidad que demanda una exigencia parecida a la de un corredor de cien metros, pero debe sostenerla durante cinco minutos”, señala la autora.
“Quien se consagra campeón verá coronada toda una vida de dedicación y sacrificio, bastante similar a la de un atleta o un monje ascético. Ser campeón nacional del malambo es lo más cercano que existe a la Copa del Mundo o a una medalla de oro olímpica en el mundo del baile folclórico argentino. Los excampeones son reverenciados como leyendas y, muchas veces, son quienes preparan a sus sucesores. Porque la competencia tiene una particularidad: una vez triunfante, ya no se puede defender el título. “Un hombre que, en el mismo momento en que recibe su corona, es aniquilado”, detalla Leila Guerriero.
“El verdadero premio de Laborde -el premio en el que piensan todos- es todo lo que no se ve: el prestigio y la reverencia, la consagración y respeto, el realce y la honra de ser uno de los mejores entre los pocos capaces de bailar esa danza asesina. En el pequeño círculo áulico de los bailarines folklóricos, un campeón de Laborde es un eterno semidiós”, agregó la autora en Una historia sencilla.
Por Estefanía Gutiérrez Petruzzi