El Parque Municipal y una calle que atraviesa los barrios La Hermosa y Nadal llevan su nombre: Carlota Joubin. Sin embargo, no hay muchos rastros de la mujer francesa que terminó sus días en Firmat y donó su patrimonio inmobiliario a la ciudad.
El 8 de marzo, en el marco del Día de la Mujer, la Municipalidad de Firmat presentó un libro escrito por vecinas y vecinos de la ciudad que narra la vida de mujeres que fueron protagonistas -muchas veces en silencio- de este territorio entre 1888 y 1970. La publicación se titula “Huellas en Femenino” y entre las historias incluye la de Carlota Joubin.
El libro es fruto de un taller realizado en 2022 por el Área de Género y Diversidad de la Municipalidad de Firmat. La actividad fue coordinada por la doctora en Educación Micaela Pellegrini Malpiedi y se desarrolló quincenalmente en la Biblioteca Popular “Nosotros”.
Tras compartir palabras, recuerdos y documentación de validez histórica, algunas de las asistentes -en su gran mayoría fueron mujeres- se animaron a redactar los textos que dan vida al libro recientemente presentado. El relato de Carlota fue escrito por Norma Lafuente de Caletti y Stella Beltrán. A lo narrado por ellas se sumaron algunos recuerdos de Mirta Tulián, cuya madre fue asistente de Joubin.
Además de la historia de Carlota Joubin, el libro incluye biografías de Regina Zambon, Juana Peña de Navarro, Edelmira Rossi, Delia Antonucchi, Delia Bermejo de López, Raquel Nardi Solari, Mirta Tulián, Elena Siró (Julia Elena García Lago), Pita Lucero y Stella Maris Llinares.
La investigación y redacción de las historias de las mujeres firmatenses recién mencionadas estuvo a cargo de Betiana Pellegrini, Mirta Tulián, Adriana Bruniar, Silvina Cocitto, Micaela Pellegrini Malpiedi, Lidia Ocampo Romero, Edit Carelli, Mariano Carreras, Viviana Testasecca, Claudia Mattioni, Norma Lafuente de Caletti y Stella Beltrán.
María Charlotte Joubin (Carlota Joubin)
Por Norma Lafuente de Caletti y Stella Beltrán
¿Por qué Carlota?
Escribir sobre Carlota Joubin, resulta un tanto enigmático, dado que la dama no desarrolló una relación fluida con los habitantes de esta población y sobre todo con las “damas de la sociedad”.
La misma situación de convivencia con el Dr. Pablo Tiscornia, sin haber contraído matrimonio, ofendió ya, a las mentes pacatas de la época.
Lo que sabemos, de la señora Carlota, es por lo que nos acerca la tradición oral, de la cual es sabida su deformación a través de los relatos generacionales.
También disponemos del texto de su testamento, donde nos demuestra, que, en realidad, esta señora que era tan retraída socialmente, fue una dama preocupada por dejar sus bienes en manos de los más necesitados.
Después de algunas reuniones organizadas por la Municipalidad de Firmat y coordinadas por la profesora Micaela Pellegrini Malpiedi, elegimos entre las mujeres que fueron apareciendo en la memoria de los asistentes, la insondable personalidad de Carlota Joubin.
Carlota, una mujer enigmática “hablada” por otros
Comenzamos este libro con la biografía de Carlota Joubin. Sabemos que, su nombre es uno de los pocos nombres propios femeninos que designan alguna calle o espacio público de Firmat. En efecto, uno de los espacios verdes más concurrido por nuestros y nuestras habitantes es el “Parque Municipal Carlota Joubin”. Sin embargo, en nuestras reuniones hemos advertido que, pese a dicho reconocimiento, sabemos muy poco sobre su vida. En pocas palabras, de Carlota se habla mucho, pero se sabe poco.
Comencemos. Esta mujer nació en Francia, ciudad de Poissy, departamento Seine et Oise, el 8 de julio de 1870.
Fue hija legítima de Alejandro Anatole Joubin, casado con Hiphre Fulgenie Pommier (Testamento Ológrafo N°18957 Marie Charlotte Joubin en el Museo de Firmat “Nelson Real”). Migra a la Argentina, según “dicen” a Buenos Aires, durante las primeras décadas del siglo XX. Conoce allí a Pablo Tiscornia, hipotetizamos, un joven estudiante de medicina o un novel egresado de las artes de curar.
(…) La figura de Carlota se salía de los moldes de la época. Mayor que Tiscornia, convivió con él durante casi cuarenta años sin contraer matrimonio. Era propietaria de diez casas en el centro del pueblo y un chalet estilo inglés en sus orillas. Poseía también chacras, entre ellas una de ocho hectáreas, junto a la estancia de Carlos Dose, que dejara a la Comuna en su testamento (De la Vega, 2022, pp. 162-163).
Sabemos que ambos se mudan a Firmat, aunque no los motivos, convirtiéndose él en un famoso médico y ella en una terrateniente local. Dueña de varias hectáreas de campo y de adquisiciones inmobiliarias ubicadas en el centro del pueblo, Carlota se distingue por su posesión económica pero también por su particular temperamento. La Joubin se caracterizó por tener una personalidad fuerte, austera y valentonada. Nunca quiso frecuentar los espacios de sociabilidad más distinguidos de la época, pese a que su posicionamiento económico se lo permitiese. Tampoco aspiró jamás a ocupar cargos de poder dentro de la casta política ni tampoco en asociaciones de beneficencia como muchas mujeres de la época. Varias investigaciones han demostrado cómo las mujeres que vivieron durante la bisagra de los siglos XIX y XX y contaban con un importante capital económico, frecuentaban espacios de sociabilidad vinculados con el altruismo y la caridad. Este no fue el caso de nuestra biografiada o al menos no contamos con fuentes que así lo demuestren. Reclutada en su casa particular y encargada de algunas labores administrativas vinculadas con su patrimonio económico, Carlota se ocupaba personalmente de hacer las donaciones que consideraba fructíferas para Firmat, pero esto lo hacía de manera solitaria, sin ninguna afiliación institucional.
Doña Carlota vivió en Firmat muchísimos años desenvolviéndose siempre con corrección e independencia, incluso económica, ya que atendía una explotación agropecuaria, cosa desusada para una mujer en esa época. La vimos también interesarse en los problemas comunitarios, que incluso la llevaron a donar a la Comisión de Fomento una fracción de tierra para construir un parque. – Idea que muchos años después se concretará en el actual parque municipal (Martínez Pando, carta dirigida a El Correo de Firmat, 16 de enero de 1956, en Museo de Firmat “Nelson Real”).
Podríamos decir que vivió “a su manera” escapando de los mandatos culturales que se esperaban de “una buena dama”. Mantuvo una relación afectiva con Pablo, un muchacho que tenía muchos años menos que ella, no se casó, no tuvo hijos ni dedicó su vida a las tareas domésticas: “las relaciones que los vinculaban entre sí eran solamente de su particular incumbencia” (Martínez Pando, carta dirigida a El Correo de Firmat, 16 de enero de 1956, en Museo de Firmat “Nelson Real”).
Además, se hizo cargo de la administración de su patrimonio haciendo uso de su capital económico de acuerdo a sus necesidades y deseos. Este gesto es sumamente llamativo, recordemos que durante esa época las mujeres eran consideradas civilmente “en minoría de edad” por lo que la organización de la economía estaba a cargo del varón de la familia.
En efecto, como Carlota se opuso considerablemente al estereotipo femenino de la época, se construyeron popularmente un sin número de relatos y leyendas en relación a su personalidad que reforzaron los aspectos más incómodos de su imagen.
Una vez al mes, Herminia Domínguez acompañaba a Carlota a recorrer sus chacras que llegaban hasta las cercanías de Cañada del Ucle. Viajaban en un charre conducido por un paisano y volvían, luego de completar el recorrido, con el vehículo cargado de vegetales, frutas y algunos pollos o lechones. Carlota llevaba un pequeño revolver bajos las faldas, sostenido entre sus ligas (De la Vega, 2022, p, 163).
Entonces hay quienes sostienen que solía usar un cuchillo por debajo de su falda como forma de defensa propia; otros, aluden que su patrimonio económico provenía de su rol de madama y que había llegado a Firmat con la finalidad de abrir burdeles (espacios muy concurridos en ese entonces, incluso en esos tiempos y en la ciudad de Rosario, la prostitución llegó a ser legal), hay quienes “sospechan” sobre el verdadero vínculo afectuoso entre Carlota y Pablo e incluso, un sector de la sociedad afirma haberle visto una deficiencia en su pierna. (2)
Entendemos que estos “rumores populares” nacen ante la imposibilidad de dar respuestas a varios rasgos de la vida de Carlota que, por un lado, no se condicen con las características de “una dama” de la época, y por el otro, dan cuenta de un cuantioso patrimonio económico cuyo origen se desconoce. Existen intersticios en la historia de nuestra biografiada que se encuentran en un cono de sombras y que nos imposibilitan tejer y entretejer su trayectoria en nuestra localidad. Carlota, co-mo la mayoría de las mujeres de la historia, no han dejado documentos o papeles que permitan enmendar su trayectoria de vida. Sólo contamos con una pieza aislada del lienzo de su vida que, aunque una, nos permite conocerla un poco más.
Aquí les presentamos su testamento ológrafo, un valioso documento que nos vislumbra el poder económico de la inmigrante, pero también sus convicciones y elecciones a la hora de donarlo. Veamos un fragmento del mismo:
Entre sus bienes se pueden leer:
1. La casa N°1514, 1528, 1542 de la calle S. Martín edificada en manzana 78.
2. En la misma calle S. Martín las N°1531, 1545, 1558, R.R. y N° 1565 tengo casa sobre la manzana N°74 Plano del Pueblo Firmat.
3. Sobre la misma manzana 74 la N°1044, 1050, 1054 calle Corrientes.
4. Manzana 100 calle Buenos Aires N°512 un chalet.
5. Poseo ocho hectáreas y media de quinta linda con F.C. a Río IV y camino de Firmat a C. del Ucle, existen varias construcciones sobre ese terreno.
6. En Banco Nación y Provincial sucursales en Firmat yo tengo depósito de ahorro.
7. A mis títulos del empréstito escolar por valor nominal de 4.900 pesos están depositados en custodia en la caja Fuerte del Banco Provincial Suc. Firmat.
8. Las herramientas de campo son propiedad del Dr. Pablo Pedro Tiscornia, como también los muebles de nuestro domicilio en común.
9. A mi compañero Dr. Pablo P. Tiscornia yo dejo la posesión de todos los bienes detallados.
Luego de enumerar los bienes, Carlota pasa a precisar que, en el hipotético caso que Tiscornia no acepte esos beneficios, la donación queda destinada a la Sociedad Damas de Caridad y la Comisión de Fomento de Firmat.
Carlota muere en 1941 manteniendo su figura en un vacío histórico que le da lugar a un sinfín de rumores y relatos mágicos sobre su personalidad. Tal vez, Carlota como tantas otras mujeres, tampoco dejó huellas porque creyó que su historia no sería importante, después de todo, eso es lo que le hicieron creer, ella también era mujer.
Finalmente…
Hay que atreverse a opinar de una persona que no hemos conocido; además de ser muy reservada, es todo un desafío, pero fue una mujer que marcó bien hondo su andar. Queremos rescatarla del olvido, aunque ya tiene su lugar porque fue muy generosa, dejando al pueblo, parte de sus bienes que, hoy gracias a su bondad disfrutamos. Eso no nos alcanza, la curiosidad nos moviliza y vamos por más y más. Como mujeres tenemos eso de la intuición y nos alienta a seguir buscando. Sabemos que estaba en buena posición, que se atrevió a seguir al doctor donde lo habían destinado, que era mayor que él, que vivían en pareja, aunque él no le dio su apellido. La sociedad suele ser muy rígida en estos casos, sin ver lo que realmente vale la pena y lo que es importante. Lo que debe molestarle fue la indiferencia de ella a todos estos decires. Acompañó a su hombre que era un médico muy querido, lo amó y dejó que la plebe murmure. Todo lo expresado, es una muestra clara, que era una mujer de carácter firme, resuelta y valiente. Mirta Tulián (2022)
(2) Las ideas plasmadas en este párrafo surgen al calor de las reflexiones desarrolladas en el Taller Huellas en Femenino.
Biografía consultada
De la Vega, E. (2022). Firmat. La otra historia. Infamias y epifanías. Rosario: Laborde editor.
Documentos
1911. Con la misma moda de ropa y peinado que la descripta en la foto superior, la Sra. Carlota Joubin. S/R. Testamento Ológrafo N°18957 Marie Charlotte Joubin en el Museo de Firmat “Nelson Real”. Martínez Pando, carta dirigida a El Correo de Firmat, 16 de enero de 1956, en Museo de Firmat “Nelson Real”.