“¿Cuándo empezaste a medir esta distancia de rescate? Es algo heredado de mi madre. «Te quiero cerca», me decía. «Mantengamos la distancia de rescate»”.
Samanta Scheweblin
En esta oportunidad tomo como disparador un juego, que le fascina a mi hijo de tres años: ser perseguido. Cuanto más me acerco, más rápido corre. Por momentos esa distancia se hace enorme y se sostiene la conexión a través de la mirada. Gira su cabeza para saber que estoy ahí siguiéndolo, siempre confiando en que ambos vamos a permanecer en el juego hasta volver al abrazo.
Quiero focalizar este escrito en esa distancia, en esa construcción a la que la escritora Samanta Scheweblin nombra en su novela Distancia de rescate. Esta novela fue llevada al cine por Claudia Llosa y protagonizada por Dolores Fonzi y María Valverde. Un drama que plantea dos maternidades llevadas al extremo: los miedos, las obsesiones, la sobreprotección, el rechazo, el misticismo. Visibiliza la precariedad del acceso a la salud en los pequeños pueblos y el impacto de los agroquímicos en los cuerpos.
La distancia de rescate es un sentir asociado al instinto de supervivencia. Lo complejo es que el instinto de supervivencia de nuestros hijos es el que está en juego, pero lo sentimos en nuestro propio cuerpo. La novela describe esa conexión, esa unión, como un hilo imaginario que conecta a la madre con su hijo. Se siente en el estómago, cuando hay peligro se anuda y se tensa.
¿Alguna vez lo sentiste? Es esa alerta, esa sensación que aparece cuando lo perdés de vista, cuando dejás de escucharlo. Es en ese instante, en ese segundo que el cuerpo se estremece. Seguido por el alivio al volver a tenerlo en el radar. Esa distancia, ese entre es variable. A veces sólo basta mirarlos de lejos o escucharlos y esa confianza nos lleva a una actitud relajada. Por momentos sentimos que arriesgamos demasiado. Y otras veces ese entre se acorta, se tensa, necesitamos tenerlos cerca, pegados al cuerpo al punto de sofocarnos.
No sabría decir si la mayoría o algunas de las madres tenemos la necesidad de medir la distancia que nos separa de nuestros hijos, para acudir en caso de peligro. Para la psicóloga Violeta Vazquez “Es una de las formas del amor y del cuidado, aunque puede no resultar del todo exitosa o efectiva. Es la sombra en la que nos convertimos cuando espiamos, cuando devoramos sus vidas con tal de controlar los destinos.”
Me encuentro en la búsqueda del equilibrio, entre la necesidad de darles libertad para que elaboren su propia vivencia y la necesidad de estar ahí para protegerlos. En esa búsqueda pongo en juego mi propia historia, mi sentir, mis miedos. Trato de habitar esa distancia confiando en las herramientas que les brindo y las que son propias de ellos, las que construyen por sí mismos. Y aquí estoy construyendo ese entre… mientas comienzan a alzar vuelo.
Por María Luz Iocco
(Profesora de Expresión Corporal)