Desde que comenzó la reactivación de lluvias en la región en el mes de enero, la zona de Firmat y sus jurisdicciones vecinas, fueron beneficiadas con un registro de milímetros acumulados superior a muchas otras zonas productivas de la región núcleo y del país.
Teniendo en cuenta lo anterior, el acumulado de lluvias hasta la fecha (milímetro más, milímetro menos), representa entre el 50 al 60 % del acumulado total del año promedio para la región, que generalmente se establece en un rango de 900 a 1000 milímetros. Sin dudas, este fenómeno climático, que claramente benefició a la región en cuanto a la recomposición de los estados de los distintos cultivos de verano, también representa una plataforma de inicio muy favorable para todo lo que sea siembra de cultivos de invierno, como pasturas y verdeos.


Los milímetros acumulados en este período, más el buen “año climático” que fue 2024 con un acumulado de 1160 mm aproximados, permitió y permite seguir con la recuperación de los perfiles de humedad del suelo, que, en definitiva, en las zonas con influencia de napa freática, ayudan a los cultivos a “independizarse” en cierta medida de las precipitaciones que se sucedan durante el ciclo de los cultivos.

Pensando en la próxima siembra de trigo, en el gráfico que figura a continuación se observa cómo existe una relación directa entre los milímetros acumulados en el suelo al momento de la siembra y el rendimiento del cultivo. O sea que, a mayor agua acumulada, las posibilidades que el trigo alcance un buen rendimiento se incrementan.


Cultivos de verano: maíz, “las sojas” y los otros…
Con respecto a maíz, debido a las fechas de siembra temprana que tuvimos en la presente campaña, (la mayoría concentrada entre el 5/9/24 al 25/9/24), las labores de cosecha comenzaron hace más de 20 días aproximadamente, en mayor o menor intensidad, a medida que las lluvias ocurridas lo permitieron. Si bien se encontraron situaciones puntuales en donde por suma de factores (climáticos y suelo fundamentalmente) los rendimientos no fueron los deseados, podemos inferir que el promedio de lo cosechado hasta ese momento superaraba los 9.000 kilos por hectárea con picos de rendimientos en ambientes productivos muy buenos de 14.000 kilos por hectárea. Al 21 de marzo, se podría hablar de un rendimiento promedio de 11.000 kilos por hectárea.


En cuanto a “las sojas”, esta acumulación de milímetros durante los meses, en los cuales el cultivo se encuentra atravesando su período crítico, permitió una recuperación del estado de los mismos, con una disminución en la incidencia de plagas como arañuela roja que había comenzado a manifestarse, y una necesidad de realizar monitoreos y aplicaciones para control de enfermedades foliares de fin de ciclo que causan importantes pérdidas si no son tratadas en tiempo y forma.

Este panorama actual, permite inferir un pronóstico optimista de cosecha de soja de primera y segunda para toda la región, ya que, como se mencionó anteriormente, los cultivos presentaron una mejoría notable en su estado general, observándose en los distintos cuadros productivos, un excelente desarrollo con una muy buena carga de chauchas por nudo.
Para finalizar, y con los cultivos de verano con los rendimientos casi definidos, con un perfil del suelo con buena disponibilidad de agua para planificar una siembra de cultivos de invierno con tranquilidad, lo que se espera es que el clima permita realizar las labores de cosecha con normalidad, con una buena perspectiva de rendimientos para toda la región.
Ingeniero Agrónomo Ricardo Miranda. Mat – 82-2-0514