La Independencia del Río de la Plata tuvo entre sus primeros adherentes, a muchos sacerdotes que defendieron la gesta libertadora y le dieron su armazón jurídica. Bartolomé Mitre, en su Historia de Belgrano y de la independencia argentina, lo desarrolla:”El elemento legista y clerical predominaba en la composición del Congreso de Tucumán, lo que se explica no sólo por la ilustración que debía suponerse en aquellas clases, sino por haberse decidido, desde muy temprano, a favor de las nuevas ideas, los clérigos, los frailes y los abogados”.

La provincia de Santa Fe, aportó, al proyecto emancipatorio, al más culto de sus ciudadanos, el Padre José de Amenábar, que nació un 19 de marzo de 1784. Muy joven se recibió de Doctor en Leyes y Teología por la Universidad de San Felipe, de Santiago de Chile. Al producirse la Revolución de Mayo, este sacerdote adhirió inmediatamente a la causa americana, nombrándoselo como representante de su provincia en la Asamblea del año XIII, en la que actuó como miembro de la Comisión Civil de Justicia, llegando a ser su Vicepresidente.

Entre 1824 a 1827 fue de nuevo representante de Santa Fe en el Congreso General que estableció una constitución unitaria en 1826. José de Amenábar, que era profundamente Federal, abogó por esta forma de gobierno, rechazando las pretensiones de los unitarios. No estuvo sólo, lo acompañó en su rechazo el mártir del federalismo rioplatense, Manuel Dorrego. En este congreso, al referirse a la asamblea que el General Juan Bautista Bustos intentó reunir en Córdoba en 1821, y que fue saboteada por el círculo rivadaviano, manifestó el santafesino:” ¡Ah! Si no hubiéramos pasado este período inmediato sin constitución; si cuando las provincias fueron invitadas al congreso en el año 21, se hubiese procedió a constituir la nación, tal vez no se indicarían hoy tales ocurrencias preventivas. Se frustró entonces esa general y fundamental organización del Estado…”. Juan Bautista Alberdi, entendió muy bien el sentido profundo del Federalismo argentino, y las raíces de su oposición por parte del despotismo porteño: “ La federación en el sentido de los pueblos fue la participación de todos ellos por igual en la gestión de su gobierno común; fue la resistencia de las provincias a las pretensiones de Buenos Aires de ser única y sola para el gobierno de todos; fue la independencia interior, la libertad concéntrica, el derecho de no ser avasallados por Buenos Aires en nombre de la patria, personificada en una sola provincia, como querían los que así entendían la unidad”.

Hábil diplomático, participó con el brillante Domingo de Oro, en una misión de paz encargada por Estanislao López, de quien fue un estrecho colaborador, para evitar la profundización de la lucha en la guerra civil imperante, entre Facundo Quiroga y el General José María Paz. Lamentablemente, esa tratativa fracasó, con la consecuente desorganización nacional hasta 1853. En el orden educativo, como brillante intelectual que era, fue el primer rector del creado por su idea, Instituto Filosófico y Literario de San Jerónimo, que fue el primer establecimiento de enseñanza superior de Santa Fe.

En 1841 se sanciona la Constitución que perfecciona la norma santafesina de 1819, donde la Junta de Representantes se convierte en Constituyente bajo la presidencia de José de Amenábar. Esta Carta Magna continuaba defendiendo el carácter republicano, democrático y americanista del Estatuto Provisorio de 1819, perfeccionando las cuestiones administrativas, judiciales y de orden público.

El doctor José María Funes, en su elocuente estudio Amenábar, ángel tutelar de Santa Fe, nos dice sobre su figura como vicario y hombre político: “Esta modalidad psíquica, inspirada por su caridad cristiana, le conquista títulos superiores a los de patriota y estadista: los de pastor sacerdotal de su grey y pacificador de su conciudadanos. Su temperamento conciliador fue comprendido y respetado por los partidos provinciales que se disputaban el mando, y por ello, pudo prestar el concurso de sus luces a todos los gobernantes santafesinos, sin provocar odios en los bandos opositores”. Entre los cargos civiles y eclesiásticos que le tocó ocupar, resalta el de tercera dignidad en el Clero, para el que fue nombrado en marzo de 1852. En varias oportunidades fue gobernador delegado y hombre de consulta de todos los mandatarios de nuestra provincia hasta su muerte, acaecida el 8 de mayo de 1863. Una localidad del departamento General López, en el sur santafesino, tiene su nombre, desconociendo, aún hoy, la mayoría de sus comprovincianos, la importancia de su figura.

Por Gustavo Battistoni
(Historiador y escritor firmatense)

Abrir mas artículos relacionados
Abrir mas en  Cultura
Comments are closed.

Ver tambien

Club Social y Deportivo “25 de Mayo”

Asamblea General Extraordinaria La Comisión Directiva del Club Social y Deportivo “2…