Gregorio Acerbi Hernández tiene 38 años y es diplomático. Actualmente, lleva adelante su labor en la Embajada Argentina en India, que es su segundo destino internacional desde que entró a la diplomacia. Antes estuvo en Australia.
Al momento de definirse, una de las cosas que pondera es decir “soy firmatense”. Esa pertenencia se argumenta sobre cimientos firmes y claros: familia, amigos, Jardín de Infantes Nº 40, Escuela “Sarmiento”, Escuela “Dr. Pablo Tiscornia” y Firmat F.B.C., espacios donde se formó antes de ir a estudiar a la Universidad Nacional de Rosario.
“India, al igual que Australia, es un país de dimensiones continentales y tiene una gran diversidad, que va desde el idioma, la cultura, la historia y la geografía. Es imposible de abarcarlo en una sola vida. Entonces, es casi una sorpresa cotidiana y muy interesante para experimentar”, relató Acerbi Hernández, que por estos días está junto a su mujer e hijo en el país visitando a sus afectos.
Entre las cosas que descubrió durante su estadía en India es el fanatismo por el fútbol que hay en determinadas regiones y países de Asía del Sur y, obviamente, por la Selección Argentina. “No es raro que cuando digo que soy argentino, un indio me devuelva una sonrisa, cante alguna canción de la Selección o me diga el nombre de los jugadores”, contó Gregorio, en una amena entrevista cedida a El Correo.
La fuerte identificación con el equipo argentino y, particularmente con Diego Maradona, nació en el Mundial de México 86, cuando la selección venció con dos goles del 10 a Inglaterra. Esa victoria la tomaron como propia porque de algún modo sintieron que era un acto de justicia por el comportamiento que los ingleses tuvieron en India durante los tiempos de la colonia. La aparición de Messi fortaleció el vínculo.
Luego de estar seis años prestando servicio en el exterior, en 2024, Acerbi Hernández regresará a trabajar un par de años en Argentina. Por razones familiares, eso es algo que lo entusiasma. “Tenemos un hijo que nació en Australia, nació en pandemia, no había posibilidad de regresar en ese momento, fue agosto de 2020” dijo y explicó que no fue sencillo transitar esa situación.
“Una parte de la vida diplomática es el desarraigo, el desarraigo forzado, por la mera naturaleza de no estar en el país, entonces después de seis años lo necesitamos, necesitamos estar cerca de la familia, de los amigos, de nuestra comida, de nuestra música, de nuestra cultura. Queremos que nuestro hijo viva en su país y absorba la cultura”, reflexionó el diplomático oriundo de Firmat.
Por Mariano Carreras