Uno de los aspectos más remarcables de la personalidad de Olegario V. Andrade es su mirada geopolítica. En toda su obra en prosa, la reflexión sobre el papel del Litoral en la Cuenca del Plata ocupa un papel relevante. Sus páginas sobre la historia de Entre Ríos ubican a esta provincia como el lugar estratégico que anuda a Santa Fe con la Banda Oriental. Consideró como una tragedia, el enfrentamiento fratricida entre Ramírez y Artigas, con las consecuencias hogaño evidentes. Se negaba, 50 años después de la segregación de la República del Uruguay, a considerarla ajena a la suerte de aquellas provincias que son sus hermanas.
Su Liberalismo Nacional, como el de José Hernández, recogió lo mejor de las nuevas ideas que recorrían el mundo con un acertado entroncamiento con lo acendrado de la tradición nacional. Con su habitual agudeza, el historiador Roberto Ferrero enumera las tareas políticas de la Generación del 80: “Nacionalización de la ciudad, aduana y puerto de Buenos Aires; conquista del desierto para integrar el espacio geopolítico y ofrecerlo a la producción; inmigración de masas para superar el vacío demográfico y disponer de mano de obra para el desarrollo económico; secularización de las instituciones, especialmente imposición de la educación laica; creación de una moneda nacional y modernización de toda la legislación de la República”.
En un trabajo de 1863, titulado Los Pueblos Litorales, el entrerriano habla del trasfondo histórico que une a hombres y mujeres:”Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes y el Estado Oriental, no pueden oponerse al cumplimento de la ley suprema de sus condiciones naturales, no pueden renegar del testamento de su Historia escrita con la sangre de sus hijos como esos solemnes juramentos de las iniciaciones antiguas. En todos los tiempos de la historia se les ve de pie, imponentes y exasperados por el aguijón del ultraje, abrazados y decididos ante el peligro común. Eran entrerrianos, santafesinos, correntinos y orientales los que acompañaron a Belgrano en la expedición del Paraguay; los que sucumbieron en los campos de Batalla, como buenos y como leales; los que soportaron las cadenas del cautiverio después del desastre de Tacuarí”. En relación al papel de los Orientales en la emancipación federal es tajante: “La Banda Oriental, despierta al llamamiento de Artigas que es declarado Protector de los Pueblos Libres, rompiendo en Arerunguá el yugo de la tiranía porteña”.
El antiporteñismo de Andrade no nacía del odio o el resentimiento sino que era el producto de una profunda reflexión sobre el papel que cumplió la ex capital del Virreinato luego de la Revolución de Mayo:”La ambición de Buenos Aires, ha sido siempre fecunda en calamidades para las regiones del Plata. Buenos Aires ha sido el antro de donde han salido todos los huracanes destructores de la sociedad política, el cráter que ha vomitado a larga distancia las cenizas encendidas de la anarquía”. El diagnóstico era desolador:” Las provincias son un montón de ruinas sobre las cuales pasa galopando el hijo del desierto con su lanza teñida en sangre. Las provincias yacen abandonadas a su propia suerte como hijos desheredados del patrimonio de la civilización usurpado por Buenos Aires”. Veía, además, con claridad que sólo un poder compensatorio del Litoral podía equilibrar la balanza con el poder porteño: “Siempre Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes y la Banda Oriental, se encuentran con el arma velando en las fronteras de Buenos Aires. Esta es la historia de las simpatías profundas de los pueblos litorales”.
Defensor de la irredenta Paysandú y de su mártir Leandro Gómez, así hablaba del maridaje entre el Mitrismo y los esclavistas del Brasil unidos para destruir la unidad de la América del Sur:”¡Acúsennos de haber combatido la alianza inmoral de un gobierno republicano con un imperio esclavócrata que viene a profanar el suelo glorioso que libertó el heroísmo de nuestros mayores, con la planta de los negros de Angola y Mozambique!”, y terminaba planteando:” ¡Acúsennos de llamar apóstatas de la democracia, Judas del dogma de la igualdad republicana, tránsfugas de las filas que vieron caer a nuestros padres como buenos y como leales, a los hombres funestos que trafican con el porvenir de las jóvenes nacionalidades del Plata y soplan el voraz incendio que consume a la República Oriental, nuestra hermana en Dios y en la libertad”.
Olegario V. Andrade, nacido fortuitamente en Brasil, pero profundamente rioplatense, es una de las expresiones más insignes del Federalismo. El descrédito que sufre por parte de la cipayocracia debe ser combatido con la verdad histórica, única arma de la verdadera transformación nacional.
Artículo escrito por Gustavo Battistoni (Historiador y escritor oriundo de Firmat)