En marzo, los habitantes de Berabevú recibieron una noticia que alarmó a las autoridades de la localidad: la sucursal del Correo Argentino cerró sus puertas. El jefe de la oficina local adhirió a un ofrecimiento de retiro voluntario y desde la gerencia de la empresa del Estado Nacional no nombraron a nadie en su lugar.

Ante el shock de la noticia, el presidente comunal, Tomás Sorribas, redactó una nota dirigida al gerente comercial del Correo Argentino en la región, Claudio Lovera, con argumentos claros sobre por qué la sucursal no debía cerrar.

Entre los puntos destacados, mencionó que el pueblo ubicado en el departamento Caseros de la Provincia cuenta con la presencia de la Administración Provincial de Impuestos, una sucursal bancaria y varias instituciones importantes más. Además le recordó que, entre otras funciones, el correo tiene la responsabilidad de distribuir las facturas de la EPE.

Aunque Sorribás se acercó personalmente a Rosario a entregarle la carta a Lovera, éste no lo atendió y debió dejar la misiva a un empleado de la dependencia.

Ésto generó mayor preocupación en el mandatario que pocos días después advirtió en una nota a medios firmatenses: “Espero que lo sucedido en Berabevú no se vuelva un efecto dominó y también alcance a otras localidades”.

Ante la negativa de recibirlo en Rosario, por intermedio de la diputada nacional Melina Giorgi, Sorribás consiguió una audiencia en Buenos Aires con el Director de Recursos Humanos de Correo Argentino, Santiago Berestein, quien le confirmó que la empresa tiene decidido reducir personal y oficinas en todo el país. No obstante, se comprometió a darle una respuesta a su problema.

Fue así que empezaron a brindarle paliativos a su problema. Primero fue la atención de la oficina dos veces por semana. Luego, ante la amplificación de la problemática mediante el diputado provincial Carlos Del Frade en la Cámara baja y medios provinciales y nacionales, logró que la atención sea de lunes a viernes. No obstante, aún no logra recuperar personería propia y depende de otras localidades.

En el mientras tanto, el presagio de Sorribas se cumplió y otras poblaciones fueron perdiendo su sucursal del Correo. En la región los casos más notorios fueron Cafferata y Hugues.

La quita de la oficina de Cafferata, donde no hay bancos no cajeros, hace que los más de 100 jubilados y pensionados del pueblo tengan que viajar hasta Chañar Ladeado para cobrar sus haberes.

Las decisiones tomadas a nivel nacional, que parecen ignorar las necesidades y el impacto social de estos cierres de sucursales en el interior, hacen que Sorribas se pregunte si se trata de impericia, malicia o una combinación de ambas.

Aunque la respuesta final no está en él, está en su persona y en su equipo la decisión de luchar por mantener viva la sucursal del Correo Argentino y evitar que el histórico edificio se convierta, como ya sucedió con la Estación de Ferrocarril, en un museo donde habitan objetos olvidados de un país que algún vez intentó ser verdaderamente federal.

Por Mariano Carreras

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