Firmat tiene algo singular. Lo saben quienes habitan la pequeña ciudad del sur-sur provincial. De sus raíces emergen talentos y profesionales que trascienden. Firmat es cuna de científicos, médicos, artistas y deportistas que llegan a lugares valiosos, a sitios de relevancia, a espacios con historia.
Agustina Oyarzabal es uno de estos casos. La médica firmatense, de 31 años, formada en la Universidad Nacional de Rosario, despliega su vocación y profesionalismo en el Hospital Garrahan (Bs. As.), el nosocomio público reconocido a nivel internacional por la calidad de su atención pediátrica.

Para conocer más de cerca el camino de la joven médica firmatense, El Correo conversó con Agustina, quien se refirió a su experiencia en el reconocido hospital público de Buenos Aires, el vínculo con los niños y dónde comenzó a gestarse su vocación actual.
“En la escuela secundaria me empezó a interesar el cuerpo humano, la sangre y sus componentes. Eso hizo que me inscribiera en medicina”, recordó la profesional local, quien realizó toda su formación escolar en el Instituto Virgen de la Merced de Firmat.

Ya en su etapa universitaria en la UNR, Agustina reconoció que el flechazo cuando cursaba cuarto año de Pediatría. “Tenía un profesor muy exigente, que me tenía de punto. Estudie tanto para poder responderle en las clases, que después me resultaba súper amigable el consultorio y lograba aplicar lo que había aprendido”, precisó.
“Los niños tienen esa pureza, ingenuidad y ocurrencias que es imposible escapar”, describió, y expresó: “Ahí me dije que quería trabajar con y para ellos con el objetivo de que las consultas sean lo más llevaderas posibles y que su enfermedad no sea el centro de atención, siempre una sonrisa y por qué no con una canción”.
Cabe mencionar que la médica firmatense más allá de su profesión y vocación, tiene un alto interés por la música, de hecho toca algunos instrumentos, lo cuales también los utiliza a la hora de ejercer su labor diaria con los niños y las niñas que asisten al Hospital.
Una oportunidad en tiempos de pandemia
La llegada de Agustina al Garrahan se da en el marco de una situación compleja, como la pandemia por Covid-19. Un cambio obligado de rotaciones, que no estaba en los planes, se terminó convirtiendo en una oportunidad inmejorable.
“Me encontraba realizando la residencia de pediatría en el Hospital Vilela de Rosario, (que por cierto aprovecho la oportunidad para agradecer haber sido parte de tremenda Institución), y en el tercer y último año, tenemos la posibilidad de rotar en otros hospitales, ya sean de otras provincias o países”, explicó, y aclaró: “Yo había pedido la rotación con mucha anticipación, al Hospital Cruces de Bilbao, España, la cual era para los meses de abril, mayo y junio del año 2020”.

“Justo la pandemia del SARS-Cov2 nos invadió en marzo de dicho año, y como bien sabés, cerraron las fronteras y cancelaron los viajes al exterior, por lo cual mi rotación se vio afectada. En ese momento, surgió la posibilidad de rotar en el Hospital Garrahan, lugar que hasta el momento conocía sólo por nombre”, contó.
“Envié varios mails y finalmente me aceptaron. Si bien al entrar a Pediatría creía que el paciente oncológico era el que más me iba a costar atender (emocionalmente hablando), resultó ser mi preferido”, detalló Oyarzabal, quien realizó su rotación en el Centro de Atención Integral del Paciente Hematológico y Oncológico. “Estuve 3 meses, y lo que aprendí vale por mil, Volví súper entusiasmada, con muchas ganas de regresar”, aseguró, tras su primer vínculo con el Garrahan.

El regreso
Ya todo había cambiado. Agustina tenía en claro que quería regresar al Garrahan aunque la distancia y la lejanía de sus seres queridos, no eran un detalle menor. “Me enteré que existía una beca de Sostén clínico del paciente oncológico, justo lo que quería. Me anoté y faltando sólo 20 días para terminar mi residencia, me avisaron que había quedado”, contó Agustina, quien confesó que aceptó, sabiendo que en el fondo no le iba a resultar sencillo la distancia, debido al fuerte lazo que mantiene con sus familiares y amigos.
“La cuestión es que, con mucho esfuerzo y sacrificio, aunque también satisfacción y alguna que otra canción en el medio, finalicé la beca en el 2023. Aprendí muchísimo, tanto en conocimientos clínicos como en el acompañamiento y seguimiento del paciente y su familia”, sostuvo.

Allí, las ganas de seguir se mantenían latentes y otra beca apareció. “Me ofrecieron una beca en uno de los servicios: Leucemias y Linfomas, que confieso, es el sector que más me gusta. Ahí estuve un año, hasta agosto del 2024. Fue una excelente oportunidad”, contextualizó.
A su vez, explicó: “Este período me permitió conocer el servicio en detalle, profundizar mis conocimientos sobre dichas patologías; aprender y perfeccionar los procedimientos, trabajar en equipo, así como también enriquecer el diálogo y la relación con los pacientes y sus familias, reafirmando que la hematología-oncología pediátrica es mi vocación”.
“Por eso rendí nuevamente el examen único y desde septiembre del 2024 soy residente de esta hermosa subespecialidad, a la cual quiero dedicarme toda la vida”, señaló la médica firmatense, quien continuará en su función por dos años y medio más.
Contexto de lucha
En los últimos meses, mediante algunos portales de noticias bonaerenses, se visibilizaron algunas manifestaciones y reclamos laborales por parte de los profesionales que día a día se desenvuelven en el reconocido Hospital. Al respecto, la médica local sostuvo que la situación en el “Garrahan no es más que el reflejo de todo lo que sucede actualmente en el país y más que nada en el sector salud”.

“Particularmente hablando de los médicos, que es lo que me compete, muchos profesionales, migran a otros países en búsqueda de mejores condiciones laborales”, explicó, y argumentó: “La verdad es que el sueldo actual, teniendo en cuenta la responsabilidad y la cantidad de horas que trabajamos, incluyendo guardias y el día a día, no nos permite vivir tranquilos”.
En ese marco, indicó que “todos, o casi todos, tienen que trabajar en otras instituciones para lograr sostenerse y/o también a su familia”, y amplió: “Vivir en Buenos Aires conlleva muchos gastos, la verdad. De ahorrar ni hablemos. Por el momento seguimos luchando para que no sólo en nuestra institución, sino en todo el país, nuestra labor sea valorada un poquito más”.
El valor de la salud pública
En la continuidad de la charla con El Correo, haciendo hincapié en el prestigio y la importancia de la salud pública, Agustina expresó en números, lo que hoy por hoy, representa una institución como el Garrahan. “Es como que uno estando dentro, no dimensiona. Cuando converso con las familias de mis pacientes, fundamentalmente los que vienen de otras provincias y me interiorizo en cada caso en particular, generalmente vienen con toda la ilusión a tratar a sus hijos a un hospital de tanta trayectoria. Ahí realmente caigo en la cuenta de lo que representa”, contó.
“En el país, hay cerca de 1400 niños con diagnóstico de cáncer o alguna enfermedad maligna por año, alrededor del 30-40% se atienden en nuestro hospital, esto supone más de 500 pacientes, ya sea que ingresan por guardia externa o derivado de otras instituciones”, precisó, y aclaró que esto se da “porque, lamentablemente no todas las de Argentina cuentan con la infraestructura, el sostén clínico, quimioterapia, medicación de alto costo, trasplante, etc, que ofrece nuestro hospital”.

“Lo cual es realmente necesario para mejorar la sobrevida de los pacientes con cáncer, teniendo en cuenta que las patologías malignas constituyen la segunda causa de muerte (luego de los accidentes) y la primera por enfermedad en niños menores de 15 años de edad”, fundamentó.
Bajo ese marco, Agustina resaltó: “Viendo los resultados, la dedicación que todos ponen en lo que hacen, la organización que hay en cada sector, el trabajo en equipo con clínica, enfermería, bioquímicos y farmacia, y el hecho de trabajar al lado de profesionales con tanta trayectoria y reconocimiento a nivel mundial, quienes, con la humildad de los grandes, cada día me contagian su pasión por la especialidad, me siento muy satisfecha”.
“Siempre agradeciendo a los pilares fundamentales de mi vida, mi familia y mis amigos, los de acá y los de allá, que sin ellos no hubiese logrado llegar a este lugar y sostenerlo”, concluyó.

Por Manuel Carreras