Cuando el Patriotismo es el objetivo central de la existencia, los grandes espíritus se encuentran. Tal fue el caso de José de San Martín y de Estanislao López, que fueron brillantes actores en la historia emancipadora. San Martín, el gran estratega, y López, el defensor más consecuente del federalismo, forman con sus vidas heroicas, parte de las mejores páginas de nuestro continente. El Libertador de Chile y el Perú adquiere una grandeza difícil de alcanzar, pero sin la lucha del santafesino, nuestra república no hubiese existido tal como es. Genios militares ambos, uno formado en las mejores academias de su época, y el otro hijo de la experiencia, hicieron una obra enorme, que en el caso del nacido en Yapeyú es ampliamente reconocida, y no tanto en nuestro gran líder provincial.
La idea de pertenencia a nuestro continente está desde su inicio en la vida política de la comunidad santafesina. Y como parte de esa clarividente visión conceptual, se definió el apoyo desde el primer momento de la Independencia a la Campaña Libertadora de José de San Martín. El historiador peruano Felipe Barreda Laos, en su libro El general Tomás Guido, vida, diplomacia, revelaciones y confidencias, afirma sobre el gran patriota: “San Martín sentía no como porteño ni como provinciano, sino como americano.” Y le confió San Martín a Tomás Guido en una maravillosa epístola: “Usted sabe que no pertenezco a partido alguno; me equivoco, yo soy del partido americano”.
José de San Martín recibe en octubre de 1823, una misiva de Estanislao López, en la cual el santafesino lo anoticia de una espantosa revelación:”Sé de una manera positiva, por mis agentes en Buenos Aires que a la llegada de V.E. a aquella capital, será mandado juzgar por el gobierno en un consejo de guerra de oficiales generales, por haber desobedecido sus ordenes en 1817 haciendo la gloriosa campaña a Chile, no invadir Santa Fe y la expedición libertadora al Perú. Para evitar este escándalo inaudito, y en manifestación de mi gratitud y del pueblo que presido por haberse negado V.E. tan patrióticamente en 1820 a concurrir a derramar sangre de hermanos, con los cuerpos de los Ejércitos de los Andes que se hallaban en la provincia de Cuyo, siento el honor de asegurar a V.E. que, a su sólo aviso, estaré con la Provincia en masa a esperar a V.E. en el Desmochado, para llevarlo en triunfo hasta la plaza de la Victoria”.
Esta carta, que hubiese cambiado el rumbo de la historia si se hubiese materializado en la acción, fue publicada, por vez primera, en el libro Episodios de la Guerra de la Independencia, del Coronel Manuel de Olazábal, en el año 1863. Es una epístola fundamental, de un valor político inmarcesible, que completa el ofrecimiento que ya había realizado Santa Fe de colaborar con 300 combatientes a la causa americana, y demuestra el compromiso de nuestro pueblo con la liberación de nuestro continente.
En aquel momento, luego de la victoria sobre Buenos Aires en la sangrienta Batalla del Gamonal, y las firmas de los Tratados de Benegas y del Cuadrilátero, Santa Fe era el Estado más importante del Río de la Plata. Disponía del poder militar para hegemonizar la política regional. Pero Estanislao López, que era un americanista convencido, sabía que José de San Martín era el líder indiscutido de esta parte de Sudamérica, y que si se proponía liderar un movimiento federalista, todos los hombres y mujeres de buena voluntad del continente se unirían a su causa. Su liderazgo terminaría definitivamente con el centralismo porteño. Lamentablemente, por razones atendibles, no aceptó el ofrecimiento de “llevarlo a la plaza de la Victoria”, con el apoyo de la montonera vernácula.
Hay que recordar que en el Encuentro de Guayaquil, en 1822, con Simón Bolívar, San Martín se encontraba debilitado políticamente por conflictos internos en el Perú, pero ante todo, por la falta de apoyo de los bonaerenses, encabezados por Bernardino Rivadavia, que tenían una política anti-americana y buscaban una “solución europea” para nuestros problemas. Sólo el gobernador de Santa Fe, y Juan Bautista Bustos en Córdoba, apoyaban de modo consecuente el ideario sanmartiniano.
En el caso de Estanislao López, las simpatías entre Don José y él, eran evidentes, como lo demuestra la correspondencia entre ambos. San Martín le envía las cartas buscando el entendimiento con nuestro gobernador con la convicción de que en el santafesino encontrará eco su ideario americano. Al enterarse nuestro prócer de que la contienda entre el Directorio y el Litoral podía abortar la Campaña Libertadora, Santa Fe firmó el Armisticio de San Lorenzo, que significó un “balón de oxigeno” para que el Ejército de los Andes pudiera abocarse en liberar a medio continente. Le confesaba el Libertador, en 1819: “Unámonos, paisano amigo, para batir a los maturrangos que nos amenazan: divididos seremos esclavos; unidos estoy seguro que los batiremos; depongamos sentimientos particulares y concluyamos nuestra obra de honor; la sangre americana que se vierte es muy preciosa y debía emplearse contra los enemigos que quieren subyugarnos; unámonos, repito, paisano mío, el verdadero patriotismo, en mi opinión, consiste en hacer sacrificios…”.
Estanislao López consideraba a San Martín como el primer genio de América: “Loor eterno al benemérito americano que ha salvado a la América cubriéndola de gloria”. Santa Fe demostró, desde sus orígenes, vocación americanista, desde su Estatuto de 1819, que le otorgaba la ciudadanía santafesina a todo americano hasta la permanente ratificación de nuestra pertenencia en todos los documentos públicos: “Nuestra amada Nación Americana es llamada por los destinos del Alto Ser”.
Dos grandes hombres que pusieron sus existencias al servicio de la Patria. Sus éticas emancipadoras y americanas, deben ser las bases para la necesaria e impostergable reconstrucción nacional.
Por Gustavo Battistoni
(Historiador y escritor firmatense)